Después de varios años utilizándolas, es conveniente pararnos a pensar en todo lo que nos ha traído o robado, en todo lo que nos ha ayudado o no en lo personal y profesional. Nos preguntamos por tanto en este artículo: ¿Éramos más felices sin redes sociales? La respuesta será diferente para cada uno de nosotros, pero reflexionar sobre algunos puntos nos ayudará a contestarla.
¿Éramos más felices sin redes sociales?
Tres mil millones de personas, alrededor del 40 % de la población mundial, usan las redes sociales en línea. Pasamos un promedio de dos horas al día compartiendo, dando me gusta, twitteando y actualizando información en estas plataformas, según algunos informes.
Con las redes sociales jugando un papel tan importante en nuestras vidas, ¿podríamos estar sacrificando nuestra salud mental y bienestar, así como nuestro tiempo? ¿Qué sugiere realmente la evidencia?
La sensación de estrés:
La gente usa las redes sociales para desahogarse. La desventaja de esto es que nuestros feeds a menudo se asemejan a un flujo interminable de estrés. En 2015, los investigadores del Pew Research Center con sede en Washington DC buscaron averiguar si las redes sociales inducen más estrés del que alivian.
En la encuesta de 1800 personas, las mujeres informaron estar más estresadas que los hombres. Se descubrió que Twitter era un “contribuyente significativo al estrés” porque aumentó la conciencia sobre el estrés de otras personas.
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Estado anímico y redes sociales.
Si nos paramos a pensar en muchas publicaciones que hemos visto, numerosas de ellas no las esperábamos o nos han afectado negativamente. Las buenas noticias sobre algo de nuestra vida o de nuestros amigos y familia se comunican de otra forma.
Por tanto, ¿Qué estamos buscando? ¿Compararnos con los demás? ¿Conseguir encontrar gente afín con nuestra forma de pensar?
Compararse con los demás siempre conduce a frustración, porque siempre nos comparamos con los logros ajenos. Encontrar gente afín a nuestros ideales es inspirador, pero ¿realmente podemos ir con ellos a tomar un café o llamarlos algún día por teléfono? Esto puede ocurrir, pero seguro que el tiempo invertido en redes sociales es muchísimo mayor que el acompañamiento real y humano en nuestras vidas.
Más allá de los datos concretos, ¿éramos más felices sin redes sociales?
El fin de este artículo, cuyo título es una pregunta abierta, es invitar a reflexionar a los lectores a si las redes sociales, en su caso particular, han contribuido a su bienestar y si también observamos esa mejora en la sociedad en general. Tras unos años utilizándolas, podemos fijarnos en algunos indicadores.
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¿Han mejorado las redes sociales nuestras relaciones íntimas? ¿Han combatido nuestra soledad?
La respuesta es radicalmente distinta para una persona que para otra, pero es necesario reflexionar acerca de si las redes sociales nos han aportado cosas positivas respecto nuestras relaciones, si lo siguen haciendo y, si fuera lo contrario, cómo enmendarlo o cambiarlo.
Cuando reflexionamos acerca de la mejora de las relaciones sociales, nos referimos al incremento del bienestar general en una persona por mantener relaciones frecuentes y significativas. La intimidad en las relaciones se traduce en la cantidad de apoyo social percibido. La sensación de sentirnos queridos y de poder contar con distintas personas para distintos planes nos hace más felices.
La pérdida de naturalidad y sensación de soledad
Cada uno expone lo que quiere en sus perfiles y con eso nos quedamos. Se ha perdido, en parte, la magia de las miradas, de las manías y complejos visibles que nos hacen imperfectos y a la vez apasionantes. Se ha perdido la conexión o rechazo inexplicable en las distancias cortas.
Echamos de menos a esa gente que no es nada perfecta en redes, pero es especial con tan solo saludarte con una sonrisa. Que no es protocolaria en todo lo que escribe, pero sí natural y buena en todo lo que dice y hace. No es que demos menos importancia al comportamiento en redes, pero con el paso de los años el tiempo invertido en ellas no es proporcional al beneficio emocional que nos aporta.
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Así, nos vemos cualquier día queriendo disfrutar un día maravilloso y el teléfono no suena como antes. No hay gente que tenga que “buscarse la vida” para entretenerse. Tenemos un universo de perfiles en redes sociales abiertos, de plataformas digitales y de video llamadas o chats que hacer. Nunca el entretenimiento fue tan fácil y la dopamina dispensada tan rápido y a demanda.
Y tú qué piensas, ¿confundiste la satisfacción de pequeñas dosis por la satisfacción a largo plazo? Quizás esto nos ayude no a eliminarlas si no es eso lo que deseamos, pero sí a repensar nuestra relación con ellas.
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