El problema más duro al que se enfrenta la sociedad es a no denunciar los delitos de los que son víctimas, principalmente porque el alto grado de impunidad que tiene el país derivado de un sinnúmero de factores primero desmotiva a perder el tiempo presentando una denuncia y segundo la escasa oportunidad de ver reparado el daño eleva esa percepción de que nada va a pasar si denuncia.
El día de ayer nos llegó una noticia muy preocupante, mi cuñada me marcó por teléfono informando que a mi hermano Miguel lo habían bajado de su auto unos asaltantes, auto que se convirtió en su sustento para poder alimentar a su familia.
Todo ocurrió así: tres sujetos subieron al auto de mi hermano, mi hermano trabaja para Uber, siempre se ha destacado en la familia por luchar por lo que quiere, además de ser muy trabajador. Aparentemente todo parecía normal, hasta que llegaron a su destino, entonces uno de ellos lo golpeó en la nuca y se dispusieron entonces a sacar cada uno su armas, apuntando y obligándolo a bajarse de su propio auto.
Lo abandonaron en una colonia -de mala muerte- donde nadie quiere entrar, enseguida llamó a la policía, la verdad he de decir que me pareció muy raro que encontraran su auto 10 min después del altercado. Mientras tanto mi mamá y yo, subimos a otro Uber para localizarnos con mi hermano, él estaba ya muy desesperado para que llegáramos, pues tenía que demostrar que el auto era suyo con la copia de la llave y sus papeles, que nosotros le llevábamos para la confirmación.
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Al llegar, no supe qué decirle a Miguel, la calle carecía de luz, no sabía donde estábamos, una patrulla y dos oficiales nos acompañaban. Los oficiales se veían despreocupados, uno sostenía un cigarrillo y el otro se saboreaba la mordida que estaba a punto de recibir. Note que mi hermano contaba dinero, tenía los ojos rojos, se veía desconcertado y su mirada expresaba tristeza y enojo, a la vez alivio de salir vivo de esta, además de haber recuperado su auto íntegro.
La desesperación que él tenía para con nosotras, era que llegáramos al lugar lo más pronto posible pues los oficiales amenazaron con llevarse su auto al corralón. Y aquí va mi inconformidad.
Después del sobresalto que pasó mi hermano – por que, que te apunten 3 armas en la cabeza no es cualquier cosa- además de todo eso, tenía que darle dinero a los policías por el “Paro” que le hicieron de no llevarse el auto al corralón, ¿Donde quedó la humanidad y la empatía de los policías? ¿Porque no podían esperar a que llegáramos sin recibir nada a cambio? ¿Porque mi hermano no quiso denunciar? miles y miles de preguntas en mi cabeza.
Somos víctimas de la violencia, el mundo es tan egoísta ¿Cómo reaccionaremos cada uno de nosotros si fuéramos espectadores de un acto violento? ¿Ayudaríamos? ¿Si fuéramos la víctima, qué podríamos esperar? ¿Acercarnos a un lugar concurrido para huir de un posible atacante sería efectivo?.
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En la ciudad se calcula que hay 40 mil conductores de empresas de redes de transporte. Sin embargo, los derechos laborales de estos trabajadores nadie los respeta y además enfrentan una ola de inseguridad.
Así es como el abuso de la fuerza pública y las constantes violaciones a los derechos humanos, hacen necesario replantear la función policial; además el no denunciar -que queda en nuestras manos- ese tortuoso camino hoy deja como resultado que millones de delitos no se denuncien y simplemente se revictimiza a la víctima, primero por ser el objeto de abuso de los delincuentes y segundo por no ver satisfecho su derecho a la justicia.
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