¿Han notado el esfuerzo increíble que la mayoría de las personas hacen por ser “diferentes” para resultar ser tremendamente iguales a las demás?
Buscando su personalidad, definiendo su identidad, cambiando de una a otro como quien cambia de ropa, como si nuestra persona de eso se tratase, de un objeto más, de un bien que muta de acuerdo a la moda, de acuerdo a la última tendencia que nos dice lo que suponemos desear.
Irónico ¿cierto? Tratar de definir nuestra propia personalidad de acuerdo a arquetipos generados por el mercado, por la publicidad, peor aún por las redes sociales.
Entonces, ¿sabemos quiénes somos? ¿O este depende de que moda seguimos? ¿De qué estilo de vida nos enamoramos ahora?
Viajero, fit, friki, geek, emprendedor, hay muchos para elegir, pero asegúrate que este en tendencia y sobre todo que te haga lucir interesante.
Cuando todas las chicas usaban los mismos filtros y los colocaban como foto de perfil me parecía divertido, claro que esos filtros “embellecedores” afilan los rasgos del rostro, con una clara influencia felina estiran los ojos, crean una piel limpia y sin imperfecciones y por supuesto, hacen tu piel más clara y en ocasiones hasta con un grado de ruborización, ya lo saben, los estándares de belleza de occidente siempre enajenados con las pieles claras y los rasgos propios de Europa.
Hoy día ya no me parece tan divertido, pretender ser quienes no somos en medios digitales es normal, siempre ha formado parte de la dinámica de estas, era la primera advertencia en el primigenio mundo del internet, cuidado con quien conoces en el internet, no siempre son quienes dicen, nos platicaban con angustia los padres que repetían la poca información que existía en aquellas ya lejanas épocas, pero a mi parecer, hasta las personas que conocemos no son quienes dicen ser en redes, quizá tú, quizá yo somos iguales.
Y no quiero confundirles, no es que suplanten la identidad de alguien más con fines macabros, para nada, pero creer que somos como luce nuestro avatar, basar nuestra frágil autoestima en fotos editadas para después despedazarla frente a la realidad del espejo es un grave problema.
El primer escalón para acceder al siguiente, personas que se someten operaciones para lucir como “ciertos filtros” para lucir como su influencer en turno predilecto, vivir enajenados a los modelos de belleza irreales y punitivos.
Esclavos de la pantalla, de la apariencia, de la producción en serie de personalidades, esclavos de la atención.
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