En México, a partir de la década de los setenta del siglo pasado, el movimiento homosexual alcanzó visibilidad en el espacio público al manifestar sus demandas y mostrando el abuso sistemático del que eran víctimas.
Tal como narra Xavier Lizárraga (2003) en su texto Una historia sociocultural de la homosexualidad, hasta las reuniones privadas adquirieron un matiz de clandestinidad debido a la censura social que pesó en distintos momentos de la historia de la homosexualidad.
Desde nuestro punto de vista, la llamada “epidemia del siglo XX” (Sida) dio al activismo de los años ochenta las condiciones que permitieron la reciente obtención del derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Acompañando a las organizaciones gay, los medios de comunicación jugaron un papel trascendente, puesto que, si bien no recuperaron las luchas colectivas a las que aludimos, ofrecieron espacios que, de cierta forma, generaron una plataforma para hablar de la homosexualidad. Su aparición en la televisión abierta, según creemos, indica una encrucijada: por un lado, inauguraba una apertura que permitía hablar del tema a nivel nacional, pero en contraste, resaltaba el estereotipo del homosexual travesti, afeminado y estrafalario.
En el fondo, se encuentra algo que nos interesa discutir: la relación entre la organización política gay y el espacio público. Esperando derivar en una reflexión coherente, partimos de la discusión al respecto.
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Uno de los retos mas significativos que tiene nuestra actualidad es el movimientos LGBTI en México, en general de toda América Latina.
La participación política, como ejercicio democrático, ha permitido que grupos sociales y poblacionales no solo exijan al Estado garantía plena de sus derechos, sino participación directa en todos los escenarios ciudadanos en busca de un escenario de igualdad real y que garantice el optimo funcionamiento de la democracia.
En México el liderazgo del movimiento LGBTI ha sido importante, tanto para las acciones de movilización social como para las acciones colectivas de incidencia política.
Las personas LGBTI han logrado pasar del anonimato y la negación de sus derechos, por parte de un Estado que trataba la orientación sexual no heterosexual y la identidad de género como un asunto no relevante, a ser consideradas ciudadanas no solo porque la Constitución y demás leyes así lo sugieren, sino porque los escenarios políticos del país está siendo testigos del papel de líderes y lideresas LGBTI quienes, en los sectores políticos, sociales, culturales y académicos, han aportado a la transformación social del país y el mundo.
Actualmente, la comunidad LGBT+ se abre camino para tener una mayor representación en las esferas políticas, sociales y empresariales, quienes han demostrado que la orientación sexual de una persona no está relacionada con sus capacidades y menos con su desempeño en busca de tener una mejor vida, y ¿Por qué no? También abrir las puertas para las generaciones que vienen en camino.
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