“Los escritores viven de la infelicidad del mundo. En un mundo feliz, no sería escritor”, afirmaba José Saramago (1922-2010), que decía escribir para “desasosegar profundamente al lector”, empeñado como estaba en remover las conciencias adormecidas de sus contemporáneos, tan obsesionados en la búsqueda del éxito personal que olvidaban su deber con el prójimo. Nada parece haber cambiado demasiado.
El autor portugués, de cuya muerte se cumplieron 10 años el jueves pasado, presumía de pesimismo y su antídoto contra la indiferencia ante las injusticias. Esa es una de las constantes de su obra: su denuncia del “mal funcionamiento del mundo” y la necesidad de cambiarlo para “estar al lado de los que sufren y en contra de los que hacen sufrir”.
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Nacer en el seno de una familia de campesinos en una aldea al norte de Lisboa, Azinhaga, en Portugal, influyó de manera decisiva en el pensamiento del escritor, que no pudo acabar sus estudios de secundaria por los escasos recursos económicos de sus padres. Su mayor ilusión era ser escritor.
Saramago trabajó como mecánico, funcionario, traductor, editor y periodista hasta que pudo vivir exclusivamente de su literatura en los años setenta, pero el reconocimiento mundial no le llegó hasta 1982, cuando publicó Memorial del convento. Tenía 60 años.
Dos de sus novelas más celebradas verían la luz en la década posterior: El Evangelio según Jesucristo (1991), cuya controversia lo empujó a abandonar su país, y Ensayo sobre la ceguera, en la que una misteriosa pandemia, la ceguera blanca, se extendía por todo el mundo en una suerte de metáfora de la sociedad, enferma de egoísmo y corrupción.
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Los noventa terminarían para él con otra novela clave y el máximo galardón de las letras. Todos los nombres (1998) insistía en la idea de la insignificancia del ciudadano frente al poder de un sistema cada vez más inhumano. “El nombre que tenemos cada vez importa menos, lo que importa es el número de la tarjeta de crédito y la cuenta bancaria”, afirmaba en esta entrevista realizada horas antes de presentar el libro en España.
La capacidad creativa de Saramago nunca se agotó, siguió escribiendo hasta el final de sus días. En El viaje del elefante (2008) se sirve de una historia real, el viaje épico de Lisboa a Viena de un elefante asiático, Salomón, para reflexionar con humor e ironía sobre las miserias humanas. Una obra que el autor estuvo a punto de no terminar por una grave enfermedad respiratoria.
Un año antes de morir, en 2009, llegaba a las librerías Caín, una reinterpretación del mito bíblico muy alejada de la religión que, como en el caso de El Evangelio según Jesucristo, fue duramente criticada por la Iglesia y la derecha portuguesas.
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“Las religiones nunca han servido para acercar al ser humano“.
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Saramago finalmente muere debido a complicaciones de la leucemia que padecía, muere en su casa de Lanzarote a los 87 años y hoy nos encontramos a 10 años de distancia con el pasado.
FUENTES:
- https://www.rtve.es/radio/20200617/10-anos-sin-jose-saramago-escritor-contra-injusticias/2018324.sh
- https://www.20minutos.es/noticia/740974/0/muere/jose/saramago/
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