La pesadilla de los feminicidios en Ciudad Juárez.


Se habla de asesinatos seriales. Las víctimas: muchachas jóvenes de entre 15 y 22 años, obreras de la maquila, delgadas, morenas y de cabello largo. Casi todas -se afirma- fueron violadas y estranguladas.

Cientos de ellas sufrieron mutilaciones, como parte de un extraño rito antes de que sus cuerpos fueran abandonados en el desierto. Más de 300 mujeres muertas… la historia está llena de injusticias. En ocasiones, las víctimas, sus descendientes u organizaciones han reclamado por la injusticia realizada.

Hace cerca de 20 años que empezaron a llamarlas “las muertas de Juárez”, pero fue en 2005 cuando la periodista Diana Washington usó cada uno de esos detalles para escribir un libro llamado Cosecha de mujeres, en el que narra tras una “exhaustiva investigación” que en los numerosos asesinatos están involucrados los hijos de familias prominentes de Juárez, vinculadas con el narcotráfico y protegidas por las autoridades.

La autora describe un safari, fiestas orgiásticas en las que las jóvenes son violadas, asesinadas y marcadas con un cuchillo en la espalda, donde sus victimarios les dejaban un triángulo, “símbolo de la ultraderecha”.

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Matanza de mujeres

Irónicamente, en décadas recientes, Ciudad Juárez fue llamada –la mejor frontera de México– ya que, a raíz del Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y Estados Unidos, en esta ciudad, así como a lo largo de la frontera, se instalaron las maquiladoras. A partir de entonces comenzaron los asesinatos.
Después del crimen, las siguientes víctimas son las madres y familiares de estas niñas y mujeres masacradas. Son ellos y ellas las que encuentran el cuerpo sin vida de su hija, madre, novia, amiga, esposa, prima o hermana, abandonado en un lote baldío o apenas oculto bajo las arenas del desierto, descubriendo así la forma como fue ejecutada la joven e imaginando el sufrimiento que soportó durante su cautiverio.
Como si este dolor no fuera suficiente, las familias tuvieron que tolerar la absoluta ineficiencia, negligencia e insensibilidad de la policía, de las autoridades locales, de los gobernadores del Estado y del propio presidente mexicano en el poder.
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Hasta la fecha, las autoridades mexicanas no han resuelto satisfactoriamente los crímenes contra mujeres en Ciudad Juárez.
La mayoría de las personas que están en la cárcel acusadas por estos crímenes son chivos expiatorios; mediante amenazas y bajo torturas fueron obligados a firmar sus declaraciones incriminatorias.
Algo que enturbia aún más el tema del feminicidio en México y que arroja graves sospechas sobre los gobernantes, es que los casos de las mujeres asesinadas no se hayan llevado al fuero federal (esto es, dejar de ser un problema local o estatal, para convertirse en uno nacional).
Alarmantemente, el feminicidio se ha ido extendiendo a todos rincones del país, a nivel estatal, hubo 1,51 presuntos feminicidios por cada 100.000 mujeres. El estado que tiene una mayor proporción de estos delitos según su población es Morelos, en el centro del país. Se producen 3,74 asesinatos de mujeres por cada 100.000 que viven en el lugar.
En México no hay paz por la sencilla razón de que no hay justicia.
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