Crisis climática: ¿Demasiado tarde?


l 2019 fue el segundo año más cálido de la historia del planeta. El aumento de la temperatura global ha sido el efecto #1 de la crisis climática y sus consecuencias se han hecho visibles en todo el mundo. Sin embargo, desde hace varios años la verdadera pregunta sigue siendo: ¿Qué está dispuesto a hacer […]

Se dijo que el 2019 fue el segundo año más cálido de la historia del planeta. El aumento de la temperatura global ha sido el efecto #1 de la crisis climática y sus consecuencias se han hecho visibles en todo el mundo. Sin embargo, desde hace varios años la verdadera pregunta sigue siendo: ¿Qué está dispuesto a hacer el ser humano? ¿Cambiar o adaptarse a la crisis?

Hace poco descubrimos la estrecha relación entre la economía y el equilibrio ambiental. Una investigación de Swiss Re Institute reveló que al menos el 50% de la economía mundial colapsaría en caso de perder la biodiversidad del planeta.

Por años creímos que la pérdida de los ecosistemas era un hecho reversible. Apostamos a que la tecnología nos ayudaría a producir aire, a tener plantas artificiales y prácticamente hábitats enteros sin pagar las consecuencias.

                                                                                           

Hoy, el escenario no luce tan favorable. Entendimos que el mayor peligro para el planeta es el hombre. El mundo tiene la plena capacidad de reconstruirse, pero su gran – y único– obstáculo para lograrlo, es el ser humano.

Adaptarse a los cambios, encontrar una forma de crecer y sobrevivir en un escenario poco prometedor y benévolo es una habilidad en verdad única. Sin embargo, la humanidad no tiene esa capacidad; al menos no al punto en el que pueda sobrevivir sin los recursos de la madre Tierra. Nuestro bienestar depende al 100% de la cadena de funcionamiento del planeta y la vida en él.

 ¿Cómo afrontar la crisis climática?

El reto de los últimos años para nuestra especie ha sido enfrentar los cambios ambientales. La naturaleza nos ha puesto de frente a fenómenos meteorológicos, enfermedades y todo tipo de escenarios que parecen rebasar nuestras capacidades, y no es para menos. El impacto negativo de las actividades humanas desencadena una gama de futuros posibles. Por fortuna, no todos son negativos.

Las posibilidades se extienden desde una recuperación optimista de la naturaleza resultado de una agenda internacional verde o bien un escenario catastrófico para nuestra supervivencia.

                                                                                             

¿De qué depende el futuro de la crisis climática? De cuánto esté dispuesta la humanidad a reparar los lazos con la vida planetaria. Por lo tanto, la desaparición o aumento de la crisis está en manos de nuestra disposición a respetar el mundo que permite nuestra existencia.

Al resaltar la relación entre la salud humana y la planetaria, podemos entender la urgencia de cambiar el panorama. Es imposible salir de una situación con la misma lógica que la favoreció, recordando un poco a Einstein. En este sentido, la humanidad no puede adaptarse a vivir bajo una crisis constante la cual, con el tiempo, será más dura. Nuestro modo actual de consumir, producir y vivir contribuye a transformar los procesos naturales en algo catastrófico.

En la actualidad nuestro mayor reto es hacer un cambio. La crisis climática irá en aumento a menos que actuemos a beneficio del planeta. Entendiendo que, con un mundo mucho más sano, los problemas climáticos, económicos y de salud serán menores.

Aunque algunos hablan de un plan de adaptación, nosotros lo llamaríamos plan de reconstrucción y cambio. Construir la humanidad con base en la resiliencia, y no adaptarse a los cambios del clima. Más bien, ser el cambio para permitirle al ambiente recuperarse.

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