El pasado 8 de agosto, pese a que no hay mejora respecto a la actual pandemia, se celebró una boda dentro del Centro Fox en la que no se respetaron los protocolos de salubridad y las medidas de sana distancia. Causa un poco de satisfacción el saber que la Presidencia Municipal de San Francisco del Rincón multó al expresidente de la república, Vicente Fox, con una cifra de 25 mil 21 pesos. Sin embargo, dicha medida, aunque simbólica, no sirve para reparar el daño que se pudo haber causado al exponer la salud de las y los ciudadanos.
Este reciente incidente nos recuerda a la fiesta que celebró Diego Sinhué el 24 de julio para la “Alianza Federalista por México”, integrada por los gobernadores de Aguascalientes, Coahuila, Colima, Durango, Michoacán, Nuevo León y Tamaulipas. Esta fue otra fiesta que prescindió de todas las medidas de salubridad, a la que se presume acudieron 500 personas, y que, a diferencia de la boda del Centro Fox, resultó una burla más grande para la ciudadanía debido a las circunstancias que la rodean.
Las razones por las que resulta indignante esta reunión son, en primer lugar, que no fue un personaje que ya no figura en el escenario político del país quien la celebró, sino los gobernadores en funciones de ocho estados, quienes además habían emitido recomendaciones de mantener la distancia y evitar reuniones concurridas en sus respectivos estados. Pero pareciera que dichas sanciones sólo van dirigidas para los ciudadanos y que la prohibición de realizar fiestas no aplica para los funcionarios.
Los asistentes al evento podían disfrutar del banquete y la música de una estudiantina en vivo con total tranquilidad, pues se encontraban muy bien resguardados dentro de la ex Hacienda de San Gabriel de Barrera, ya que elementos de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado (FSPE) patrullaban la zona y restringían el acceso al lugar a personas ajenas al evento.
Si lo anterior no es causa suficiente de indignación, entonces hay que recordar que el estado de Guanajuato atraviesa una de las peores olas de violencia en su historia. Pero a nuestras autoridades les parece más urgente resguardar una fiesta que, a todas luces, incumple con las medidas recomendadas por los mismos que acudieron al evento, mientras que fuera de los muros del recinto las y los ciudadanos sufrimos los estragos de una guerra política y criminal a diario. También es importante tener en cuenta que en los ocho estados que conforman la Alianza, la policía ha servido para hacer cumplir las medidas y para disolver fiestas, muchas veces cometiendo abusos y atropellos; pero en este caso en particular, la policía no sólo decidió hacer la vista gorda, sino que además se prestó para que la fiesta se realizará sin complicaciones.
Además, con esta fiesta el gobierno del estado pone en práctica las costumbres faraónicas y opulentas que ha heredado de pasadas administraciones estatales y federales. Y pareciera ser que el presupuesto público del estado destinado a este tipo de eventos no ha sufrido por la austeridad republicana del gobierno federal, ya que no sería barato financiar una reunión como esta, en la que tendría que pagarse el recinto, servicio de banquetes, meseros y mantelería, renta de mobiliario, equipo de sonido, el pago de la estudiantina y los elementos de seguridad, entre otros gastos. Claro que hasta ahora no nos queda más que imaginar cuán exorbitante fue el costo del evento, pues la Secretaría Particular de Diego Sinhué informa a través de una solicitud de información a la Unidad de Transparencia del Poder Ejecutivo del Estado que, a casi un mes de celebrado el evento, no se cuenta con información sobre los montos, conceptos y proveedores que se gastaron.
La falta de transparencia sobre el evento bien podría ser producto de una omisión intencional con el fin de no dar más motivo para que lluevan críticas al gobernador, o bien podría deberse a una mala administración. En cualquier caso, esta omisión es reflejo de una administración pública estatal que descuida sus verdaderas funciones con tal de tratar de sostener la imagen de “la grandeza de México”.
El suceso nos recuerda al cuento de Edgar Allan Poe, La máscara de la muerte roja, donde un príncipe y otros nobles deciden refugiarse de una plaga que azota al mundo dentro de una fortaleza en la que realizan ostentosas fiestas para ignorar la desgracia del populacho, que no tiene más remedio que quedarse fuera y exponerse a la plaga, sin sospechar que la misma ya se encuentra entre ellos.
La reunión de la Alianza Federalista por México en la capital del estado no fue más que otra de las jugadas de la oposición en este juego de poder en el que rivaliza con el gobierno federal y su Cuarta Transformación; jugada que deja ver más de lo que aparenta, muestra a la ciudadanía abandonada por sus gobernadores, los actuales nobles que se resguardan en su fiesta sin saber que la plaga también se encuentra ahí, basta con recordar que José Rosas Aispuro, gobernador de Durango, dio positivo en covid-19.
Para los ocho gobernadores quizá no fue más que otra estrategia política, pero para las y los ciudadanos fue una gran burla, pues mientras nosotros nos encontramos confinados y sufrimos represalias, y en muchos casos abusos de autoridad, por no cumplir con las medidas, nuestros gobernantes demuestran una vez más que viven al margen de las normas, pues hasta el momento, ninguno de los involucrados ha sido sancionado.
Quizás la oposición debería empezar a predicar con el ejemplo y acatar sus propias recomendaciones, en lugar de exigir la renuncia de epidemiólogos mediáticos, y en lugar de señalar a otros como los culpables del fracaso de las medidas de salubridad.
Mientras esperamos a que alguien sea sancionado por este incumplimiento de tal magnitud a las recomendaciones de salubridad, o a que al menos nuestro gobernador entre en razón, nos quedamos con el consuelo de la sanción a Vicente Fox.
No Comment