La mente humana es un intrincado laberinto de creencias, ideologías y pensamientos que se entretejen con la realidad y el entorno. Si como bien versa el dicho “cada cabeza es un mundo” la convivencia con otras personas eleva esta riqueza a un grado más alto. Pero también se corre el riesgo de un encontronazo de realidades, por ello es que la convivencia humana resulta sumamente compleja.
Y a la hora de escoger amigos las cosas se complican un tanto más, pero si escuchamos algunos sabios consejos del filósofo Aristóteles quizá se clarifique cómo debemos elegir bien cuando se trata de amistad.
No solo las relaciones de pareja resultan complicadas, sino que esta complejidad existe hacia todas las áreas personales. Así, a veces se experimentan altercados y diferencias con familiares, amigos y personas cercanas.
Pero existe una gran diferencia entre nacer con los lazos sanguíneos y fortalecerlos en el camino, que elegir con quién desarrollar vínculos. Por esto es que las amistades son tan especiales, ya que no vienen en calidad de imposición sino de plena elección. Pero esto no exenta de desacuerdos que pueden llegarnos a hacer pensar que tomamos una decisión incorrecta.
La amistad según Aristóteles
Uno de los mayores filósofos de toda la historia de la humanidad, se preguntó en diversas ocasiones sobre la amistad y cómo debemos practicar esta virtud. Para Aristóteles la amistad representaba una virtud mucho más importante incluso que la justicia. Desde su perspectiva de la antigua polis, la amistad era el motor que hacía funcionar a la sociedad. La justicia era necesaria, desde luego, pero esta sólo dotaba de orden al pueblo. En cambio, la amistad era (y sigue siendo) la causa de que la sociedad se mantuviera unida.
La capacidad para organizar una vida en comunidad nos habla del instinto gregario intrínseco del ser humano. La completa soledad y abstinencia de la socialización puede llevar al humano hasta estados de locura. Quizá por esta razón, estamos en constante búsqueda de retroalimentación dialéctica a través del Otro. De ahí la importancia de elegir sabiamente a quiénes consideramos amigos, porque son aquellos que constantemente nos alimentan con su pensamiento, ideología y reflexiones.
Tres tipos de amistades
Para un sabio acercamiento entre amigos, Aristóteles distinguió entre tres distintos tipos de amistades: el adulador, el amigo por placer y la amistad perfecta. Según Aristóteles, el adulador se esfuerza por mostrarse demasiado agradable y aparentar que es amigo, mediante actitudes que caen en el exceso. El adulador se comporta supremamente agradable con quienes le rodean, porque existe una intención detrás; sacar provecho.
No todos aquellos valientes amables son aduladores, también hay quienes se comportan muy amablemente sin esperar beneficio alguno.
Y aquí es donde Aristóteles distingue al amigo por placer, o complaciente. Pero hay que tener especial cuidado, ya que en muchas ocasiones las personas prefieren conservar amistades aduladoras, antes que una amistad sincera. Y según Aristóteles, esto es por el deseo de los honores. A menudo las amistades con aduladores implican sustancialmente un trato de inferioridad. Aquellos que persiguen los honores, son amistosos antes con los aduladores porque estos les despiertan la impresión de que son queridos y al mismo tiempo superiores.
En cambio, los amigos por placer no buscan sacar provecho alguno más allá de compartir experiencias placenteras. Aquellos amigos con los que simplemente lo pasas bien y siempre están en las buenas. No obstante, se carece de un acercamiento más íntimo y no hay una conexión más allá de la vida y las experiencias placenteras. Pueden ser grandes amigos en las buenas, pero rara vez están cerca en los tragos amargos.
Por último, la máxima virtud para Aristóteles era la amistad para la vida o la amistad perfecta. Y en ese sentido aristotélico, este tipo de amistad engloba a su vez todas las virtudes éticas habidas y por haber. Por lo tanto, la amistad verdadera de aquellos que practican para consigo mismos y con sus amistades las máximas virtudes es el eslabón que une la teoría práctica y la vida contemplativa. Sólo este tipo de amigos son aquellos que duran para toda la vida.
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