Análisis: ¿qué está pasando con los niños de México?


El paso del tiempo siempre tendrá efectos extremos: puede hacernos perdonar, sanar heridas, olvidar y superar los momentos difíciles de la vida, pero a su vez puede modificar los pensamientos de las personas hasta el grado de degradarlos y perjudicar cada emoción con algo perverso. 

Algo tan relativo como el tiempo no puede ser el único culpable de los hechos que se ven hoy en día, por el contrario, se trata de cómo nosotros, seres biopsicosociales nos dejamos llevar por el mismo.

Hace algunas horas en la colonia Moctezuma en la CdMx, se dió a conocer una noticia difícil de creer, se trata de un menor de 14 años de edad que el pasado domingo mató a dos de sus primos, de 13 y 7 años e hirió a una niña más de 10 y a su tía de 27 años de edad con un arma punzo cortante, después del suceso intentó suicidarse en el baño. 

El joven fue detenido por los policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) que acudieron al llamado de vecinos en el domicilio de la calle Norte, por lo que fue detenido y presentado ante el Ministerio Público de la Fiscalía de Justicia Penal para Adolescentes, ahí determinaron trasladarlo a un Hospital Pediátrico para su atención médica. 

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La noticia es macabra, la comparo con lo que vemos a diario en las noticias, no obstante ¿se ha puesto a analizar la profundidad de este ilícito?

Actualmente en México, cinco mil niños han sido procesados por cometer delitos. 

Otros 16 mil, que durante 2019 cometieron otra serie de delitos, han recibido tratamientos específicos como pena por sus crímenes, según lo reporta el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social.

Obviamente, los motivos son múltiples, pueden abarcar desde precarios niveles socioeconómicos, hasta bajo nivel de estudios (que en ocasiones ambas características se presentan en un mismo caso) sin embargo, analizando muchas de las dinámicas familiares en las que se desarrollan estos niños, se ha detectado un patrón fundamental: el padre o madre es ausente o violento.

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Recordemos que el padre, aunque parezca un estereotipo, ha sido visto siempre como el eje central de la autoridad, al no percibir una imagen sólida de esta figura básica, la crianza del niño puede verse afectada. Actualizando este dato hacia la variedad de familias que existen, podemos referirnos a una figura principal de autoridad sin importar el sexo.

La integridad de las familias de esta era se está viendo comprometida, podemos culpar a las redes sociales o a la mala economía mundial.

La primera actuando como medio de comunicación negativo, que brinda a los menores datos que no son del todo apropiados para sus respectivas edades (ya sea sexo, política, modas, etc) y la segunda, ejerciendo una presión insoportable a las cabezas de familia que lógicamente estarán más preocupados en cómo pagar la renta que vigilar lo que el niño está observando en Facebook.

Algunos de los principales delitos por los que han procesado a menores incluyen robo con violencia (35%), homicidio (22%), delitos contra la salud(19%), secuestro (15%), entre otros.

 

Ahora los pequeños hurtos no suenan tan superfluos, ¿cierto? Mucho se dice acerca de la “pérdida de la inocencia”, sobre niños que tienen que lidiar con un mundo confuso, hostil y competitivo, en donde obtener lo que se quiere ya no se consigue con trabajo duro y esfuerzo, sino con violencia y agresión.

Muy pocos son los casos de jóvenes que realmente están siendo criados con los valores de la vieja escuela (estudiar, graduarse, trabajar y construir su propio patrimonio). En pocas palabras, los niños de este tiempo están perdiendo la capacidad de soñar, percibiendo en ocasiones como “desechos” o “estorbos”. 

 

 

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