El algoritmo manda.


Sabe lo que quieres, sabe lo que querrás, sabe que te gusta y que prefieres, sabe a que hora del día y en qué momento esa canción podría ser ideal para ti, sabe todo de ti y te da eso que por medio de lógica matemática escucharías, o quizás no.

Vivimos en una época dónde la tecnología nos ofrece un sinfín de estímulos y gratificaciones instantáneas en forma de contenido, ya sea un vídeo en TikTok, un reel, una canción o hasta una película, todo está al alcance de un clic.

Pero hoy hablaremos de la automatización de la música y de como la consumimos.

 

 

¿Para que perder el tiempo explorando nueva música si las plataformas de streaming nos ofrecen una playlist diaria con lo que nos gusta o se supone que podría gustarnos’ Así lo mismo con las plataformas de contenido audiovisual y con la gran mayoría del entretenimiento, resulta muy fácil y cómodo solo dar play y que el algoritmo nos dé un poco más de lo que estamos acostumbrados, una dosis diaria de automatización, ¿una dosis diaria de gratificación sin que tengamos que esforzarnos?

 

Lejos quedaron aquellos días dónde teníamos que esforzarnos para conseguir un poco de lo que nos hacía felices, atrás quedaron los días en dónde nos recomendábamos unos a otros artistas, en los que nos sorprendíamos gratamente al escuchar una canción que si bien no era de nuestro género musical principal nos volaba la cabeza, o nos hacia bailar alegremente descubriendo que hay cosas que nos pueden enloquecer fuera de nuestros gustos musicales habituales.

 

Ahora todo parece estar “hecho a la medida” y si bien puede ser bastante cómodo también representa un problema cultural, pero sobre todo social, el consumir exactamente lo mismo día con día nos vuelve grises, nos transforma en una especie de autómatas regidos por el algoritmo de las plataformas de streaming musical ¿dónde queda entonces la sorpresa? ¿en dónde está la diversidad?

 

El problema no solo es para quién lo escucha, sino también para los artistas, los productores y para la industria de la música completa, si seguimos consumiendo las mismas fórmulas de creación musical, los artistas tanto independientes, pero sobre todo los que forman parte de un sello discográfico ser irán volcando a la replicación de fórmulas de producción para así asegurar reproducciones e ingresos, aunque incipientes y polémicos, pero ingresos al fin de cuentas y es un fenómeno que está sucediendo hoy en día y crece a pasos agigantados.

 

Volvamos a compartir música entre nosotros, salgamos un poco de la comodidad del algoritmo, busquemos nuevos artistas, cuestionemos la relación que tenemos con la música y la monotonía de nuestro espacio auditivo, dejemos de juzgar a un artista pro su número de reproducciones pero sobre todo , volvamos a sentir la música, volvamos a sorprendernos con una melodía, con una letra, con un sample, con un género diferente al habitual.

 

Volvamos a conectar con la música, no desde un algoritmo, sino con el alma.

 

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