Nuestro estado y en especial la capital de la entidad es bien conocida por su exposición más emblemática: las momias de Guanajuato, sin embargo, a algunas personas no les agrada el manejo de las mismas y consideran que no es una forma digna de tratar a los cadáveres de las personas que integran a la misma.
Las Momias de Guanajuato están repartidas en tres museos de este municipio conocido por sus espectaculares callejones y kilométricos túneles, huella de un pasado minero. La mayoría se muestran de pie y en urnas de cristal, con muy poco espacio entre sus cráneos y las luces de las vitrinas. Una melodía lúgubre suena sin cesar entre los pasillos apenas iluminados de uno de los museos, ubicado en el cementerio Santa Paula, de grandes columnas y muros de piedra verde y rosa pastel.
La muestra consta de 116 cadáveres momificados de forma natural en la ciudad de Guanajuato, los cuales fueron exhumados entre 1870 y 2004 por falta de espacio en el panteón Santa Paula, y al no poder contactar a sus familiares, las autoridades municipales los etiquetaron como patrimonio cultural. Hoy son un atractivo turístico que rentabiliza el ayuntamiento.
¿Monetización de los cadáveres?
La exposición de los restos ha generado un debate entre quienes los consideran parte del patrimonio cultural de la ciudad y aquellos que denuncian una falta de ética por la manera en que son exhibidos y preservados. La controversia creció luego del traslado de varias momias a Ciudad de México para ser expuestas en una feria turística en marzo pasado.
Los museos donde se exhiben generan unos 2 millones de dólares en ingresos anuales al municipio por la visita de unas 600.000 personas, según el gobierno de Guanajuato, que sostiene haber solicitado al INAH una revisión de todos los restos antes de su exhibición en Ciudad de México.
Esto surge luego de que en algunas de las momias pudo observarse algunos puntos blancos en partes de su cuerpo, lo cual podría indicar la presencia de hongos en los cuerpos lo cual sería un problema enorme para poder conservar los cuerpos en su estado óptimo.
El INAH insiste en que no sabía de dicho traslado, pese a lo cual está dispuesto a asesorar su manejo. Detrás de la polémica asoman también las diferencias políticas entre el gobierno federal de izquierda y la oposición conservadora que administra el estado de Guanajuato y su capital.
Los habitantes no son ajenos al debate. Tener a “un familiar en una exhibición sería una falta de respeto y pelearía para que no se exhibiera”, declaró Luis García, guía turístico de 50 años, quien cuestiona que se haga negocio con estos restos.
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