… En tiempos electoreros la pandemia por Covid 19 y la crisis económica a los partidos políticos les vale una pura y dos con sal.
Lo que caracteriza a estos comicios es el despilfarro de presupuesto, inundados de frivolidad y gasto desmedido del dinero público, como si no, hiciera falta en la recuperación de la economía nacional. Campañas vacías de propuestas que favorezcan a mejorar la calidad de vida, la seguridad y el bienestar, por el por contrario, llenas de mentiras y abrazos hipócritas que no dejan ver algo distinto a la apatía perversa hacia las necesidades de los gobernados.
Con candidatos que pueden ir mentando madres sin ser amonestados, con stripers vanalizando discursos, sarcófagos ambulantes, expresiones como “ Chichis para todas ”, vitoreadas por candidatas con cirugías plásticas financiadas por el estado. Homicidios, alianzas mezquinas organizadas por los compás de la corrupción, hasta bailecitos ridículos inspirados en los festivales escolares que no dan más que pena ajena.
Una bola de lamebotas que aparecerán en las plantillas como Samuel García, convencidos que las doctrinas neoliberales serán las que no saquen de la bancarrota que nos dejaron de herencia los gobiernos que pavonean, cómo si el mal se curará con el mal, respaldados por los poderes oligarcas y los medios de comunicación convencionales buscando recuperar poder, acostumbrados al financiamiento emitiendo opiniones que escondan lo podrido frente el ojo crítico del respetable público.
Todo esto con tal de ganar o al menos pegarle en votos al partido que llevo a su candidato al gobierno después de arrasar en el conteo con los sufragios, incluso, mendigando apoyo con lloriqueos vende patrias, la intervención de los gringos, con el fin de revertir los resultados de las elecciones pasadas para retomar el modelo de gobierno impuesto por ellos mismos. Dejando en el aire la posibilidad de eliminar la elección en caso de que no resulten favorecidos en resultados. A la mitad de la cancha una institución electoral sin personalidad, con farsantes al borde del tiro de gracia que solo simulan ser el árbitro, manipulando el ejercicio de funciones mientras a gritos y sombrerazos en medio de dimes y diretes acusan al gobierno en turno sin denuncias formales.
Este será el espectáculo que veremos hasta el próximo 6 de junio, por lo pronto nos mantendremos desgrananando las pocas mazorcas de lo que hemos ahorrado, aplazando planes por falta de recurso, intentando no ahogarnos en el tsunami de pagos acumulados. Las secuelas económicas que dejo en nuestros bolsillos la pandemia no le importan a partidos, ni a candidatos y mucho menos ahora que la democracia pareciera estar secuestrada por estos especímenes que han convertido el proceso electoral en una fiesta absurda en el patio de la más humilde vecindad.
Mientras existan políticos que sigan viendo a la población como un recurso de espectadores pasivos de los que solo buscan obtener rating y la premisa sea crecer el ego del partido que representan será muy difícil tener escenarios optimistas. Siendo testigos de estrategias mal diseñadas por la ultraderecha, fascista, radical que a decir verdad va en picada absoluta VS las del centro izquierda que van recobrado fuerza no solo en México sino en América Latina con narrativas nacionalistas que sobreviven al mitoteo de los berrinches mal intencionados de quiénes no defendieron un país que estaba siendo entregado al dinero extranjero, acaparado en cuentas personales, lavado en paraísos fiscales mientras se escudan en la falsa idea de protegernos de un estado que nos pretende convertir en Venezuela.
Unas elecciones intermedias que sucederán por primera vez, bajo la observación de un gobierno elegido en justo orden democrático, corriendo el riesgo de que terminen en un chiste mal contado, si el cinismo por la falta de ética de la oposición no respeta las nuevas reglas, metiendo fichas negras de su conocido juego antidemocrático que le ha puesto el pie a la democracia desde hace cuarenta años, empezamos a detectar intentos de vudú político colocando los primeros alfileres al ejecutivo en los labios y en las manos, que mejor para ellos, que ver caer al país frente al gobierno actual y culparle lo que derivo de la debacle financiera. Con comicios donde la elección popular pierda poco a poco terreno, con una ciudadanía que deje de cuidar a través del voto a los representantes que ocuparán cargos administrativos que carezcan de interés por sacar al país de la quiebra, con cámaras sin representancias dignas, con estados y municipios dirigidos sin honestidad y decencia, haciéndolos regresar al poder por la puerta grande, legitimando la falta de responsabilidad por generar la pobreza extrema y abriendo paso a la conclusión de políticas que nos lleven a dejarnos peor que la pandemia, hacinados a vivir sin respeto a las libertades individuales y al fortalecimiento de la economía con escenarios parecidos a los de Brasil con Bolsonaro o con Duarte en Colombia
Fernando In-Morales
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