En la ciudad, en las carreteras, en los pueblos, en negocios, podemos observar los rótulos del gráfico país mexicano. Desde el puerquito que cocina a su hermano en un puesto de carnitas hasta los letreros de las combis, anuncios de los próximos conciertos en la ciudad, creatividad mexicana por doquier.
Tal vez su cotidianidad sea la razón por la que ya no nos impresionan como antes, pero existen aquellos que antes eran considerados los verdaderos artistas urbanos.
El rotulismo es un oficio de herencia. Algunos tienen carreras técnicas relacionadas con el diseño o al menos han tomado clases de dibujo. Lo cierto es que el amor hacia la publicidad urbana sólo pudieron adquirirlo después de años trabajando con sus padres o abuelos, quienes ayudaron a forjar la identidad gráfica de las calles para continuar con la tradición.
La tradición de los rótulos llegó a principios del siglo XX y ha visto pasar muchas formas de hacer publicidad. Ya sean los autos con megáfonos que recorren las calles, los letreros de neón o las impresiones digitales sobre lona; el rótulo tradicional se mantiene por encima de ellos. Tanto los clientes como rotulistas entienden que se trata de una tradición viva que forma parte del imaginario popular en México.
Nadie puede acusar a México de ser aburrido, basta con salir, un dia cualquiera y deambular por las calles para descubrir algo nuevo, un detalle perdido en el tiempo para después no poder quitarle los ojos de encima, pasamos, por ejemplo, frente a una taquería y nunca observamos la caligrafía pintada a mano en la pared, ni ese dibujo, afuera de una estética unisex, ni los reyes magos que viven en los cristales de las panaderías cerca de la Navidad. Eso es lo que hacen los rotuleros, ilustran la fisionomía de México.
La rotulación, el arte de dibujar, es un trabajo artesanal que fue muy importante en otras épocas, y que tristemente ha sido opacado por las nuevas tecnologías de impresión.Este oficio nació el día que se fundó México, de la Independencia a la Revolución, siempre ha habido alguien que ilustre publicidad.
Los rotuleros deciden primero qué técnica usar. Una de la más populares consiste en trazar un dibujo en un trozo generoso de papel. Una vez que la imagen está terminada, se perforan minuciosamente los contornos y se procede a poner la plantilla sobre la pared, se le echa encima carboncillo y la imagen queda calcada en el muro.
Luego el artista dependerá de su buen pulso e intuición para darle vida a los garabatos que dejó el carbón. También están los valientes que dominan el dibujo a mano alzada, y van directo al soporte para hacer su obra de arte.
El trabajo de los rotuleros mexicanos ha sido reconocido en los despachos de diseño más renombrados del mundo. A todos los expertos en el arte gráfico, les maravilla la pericia que tienen los pintores callejeros en México, casi todos autodidactas y subvalorados.
Tienen esa simpleza y seguridad que no se aprende en ninguna escuela, que ahora es incluso motivo de estudio y se enseña en las mejores universidades del planeta. Para la mirada extranjera, los rótulos que hay en las calles del país son verdaderas piezas de arte.
Los antropólogos y sociólogos también han podido descubrir en la gráfica mexicana una narrativa cultural.
En conclusión, aunque nunca nos hayamos detenido a verlos, los rótulos son una parte fundamental para explicar esta gran urbe en la que vivimos. Demuestran, entre otras cosas, que México es un lugar en el que basta doblar una esquina, para encontrar en un muro un dibujo, algo trillado o algo cursi, de nuestra esencia. Aquí las tortas tienen ojos, las iguanas coquetean con sirenas, los pulpos son meseros y todos los hombres tienen un corte de cabello parecido al de Elvis. Aquí los muros dan su propio testimonio del tiempo y es genial.
FUENTES:
- https://local/cultura/diseno/mexicana-de-rotulacion/
- https://www.mucaroma.unam.mx/post/r%C3%B3tulos-m%C3%A9xico-dise%C3%B1o-arte-y-oficio.
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